Un modelo de gestión democrática no consiste en un funcionamiento rutinario y formalista del Consejo Escolar, es decir, celebrar las reuniones previstas por la legislación y pasar como quien pisa ascuas por las funciones de control y gestión encomendadas, sino más bien, en todo lo contrario.
Un Consejo Escolar demostrará vitalidad en la medida en que los representantes de los distintos sectores tengan una vinculación estrecha con sus representados y existan mecanismos y cauces para, con agilidad y sin excesivas servidumbres burocráticas, plantear iniciativas y tomar acuerdos.
La participación no garantiza la ausencia de conflictos, pero posibilita el explicitarlos con claridad y potencia la capacidad de asumirlos y de buscar soluciones para superar los obstáculos, lejos de procedimientos tan estériles como limitarse a quejarnos o echar la culpa a otros de que las cosas no funcionan negándonos a aceptar nuestra cuota de responsabilidad.
Gestionar democráticamente supone asumir un proceso en el que es imprescindible planificar, organizar, coordinar, presupuestar, supervisar, dinamizar pedagógicamente, controlar y evaluar desde una óptica consensuada entre todos los sectores participantes.
Totalmente de acuerdo. Pero creo que hay que ir más allá. Para que una escuela sea participativa y democrática tiene que reflejarse en su Proyecto Educativo, no solo con una declaración de intenciones sino también apuntando el cómo. Además el alumnado también tendría que ir aprendiendo a participar, a desarrollar un espíritu democrático, pero con la experiencia, no simplemente con el discurso. Y sobre todo, la evaluación que muchas veces es entendida por el profesorado como una fiscalización y eso debe cambiar.
ResponderEliminarUn saludo