La participación es un reto permanente para nuestro sistema educativo. La necesidad de la colaboración de los distintos sectores de la comunidad educativa en la actividad diaria de los centros docentes es de vital importancia para su buen funcionamiento.
La participación de los padres y madres es literalmente imprescindible para lograr la gestión democrática de un centro educativo, pues sin el concurso de los padres y madres ésta es imposible, ya que se viene abajo uno de sus pilares fundamentales.
Es enormemente difícil que un Consejo Escolar funcione democráticamente si no existe un claustro de profesores que haya asumido los valores democráticos, una APA dinámica y una asociación de alumnos o, en su caso, Junta de Delegados que actúen apoyando, vertebrando y posibilitando un funcionamiento en doble dirección, es decir, tanto de abajo a arriba, como de arriba abajo.
Si no se hace así, no sólo el grado de democracia educativa será pequeño, sino que el funcionamiento será dirigista y el modelo organizativo tendrá un carácter vertical con una clara superioridad de quienes disponen de los resortes y mecanismos de control del poder efectivo en el centro.
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