miércoles, 16 de septiembre de 2009

PARTICIPACIÓN PARA LA GESTIÓN DEMOCRÁTICA DE LOS CENTROS EDUCATIVOS



La participación es un reto permanente para nuestro sistema educativo. La necesidad de la colaboración de los distintos sectores de la comunidad educativa en la actividad diaria de los centros docentes es de vital importancia para su buen funcionamiento. La participación de los padres y madres es literalmente imprescindible para lograr la gestión democrática de un centro educativo, pues sin el concurso de los padres y madres ésta es imposible, ya que se viene abajo uno de sus pilares fundamentales.

Es enormemente difícil que un Consejo Escolar funcione democráticamente si no existe un claustro de profesores que haya asumido los valores democráticos, una APA dinámica y una asociación de alumnos o, en su caso, Junta de Delegados que actúen apoyando, vertebrando y posibilitando un funcionamiento en doble dirección, es decir, tanto de abajo a arriba, como de arriba abajo. Si no se hace así, no sólo el grado de democracia educativa será pequeño, sino que el funcionamiento será dirigista y el modelo organizativo tendrá un carácter vertical con una clara superioridad de quienes disponen de los resortes y mecanismos de control del poder efectivo en el centro.

Un modelo de gestión democrática no consiste en un funcionamiento rutinario y formalista del Consejo Escolar, es decir, celebrar las reuniones previstas por la legislación y pasar como quien pisa ascuas por las funciones de control y gestión encomendadas, sino más bien, en todo lo contrario. Un Consejo Escolar demostrará vitalidad en la medida en que los representantes de los distintos sectores tengan una vinculación estrecha con sus representados y existan mecanismos y cauces para, con agilidad y sin excesivas servidumbres burocráticas, plantear iniciativas y tomar acuerdos.

La participación no garantiza la ausencia de conflictos, pero posibilita el explicitarlos con claridad y potencia la capacidad de asumirlos y de buscar soluciones para superar los obstáculos, lejos de procedimientos tan estériles como limitarse a quejarnos o echar la culpa a otros de que las cosas no funcionan negándonos a aceptar nuestra cuota de responsabilidad. Gestionar democráticamente supone asumir un proceso en el que es imprescindible planificar, organizar, coordinar, presupuestar, supervisar, dinamizar pedagógicamente, controlar y evaluar desde una óptica consensuada entre todos los sectores participantes.


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